Introducción y presentación
Hoy sigue funcionando con el mismo misterio, la misma contundencia en sus respuestas, y sus páginas asombran por las hermosas ilustraciones.
En este tipo de libros, la palabra mantiene su significado al comienzo y al final: en la lista de preguntas y en los oráculos finales, siempre en verso; pero en los pasos intermedios solo sirve para encadenarlos, como pieza de engranaje, junto a los números. Si falla alguno de esos enlaces en un texto que nos haya llegado manuscrito –si el copista comete algún error–, se desbarata el juego.
La Inquisición vio en los Libros de suertes una condición de arte adivinatoria a la que no aspiraban esos juegos y los prohibió. Figuraron ya en el primer índice de libros prohibidos en España, el del inquisidor Valdés de 1559. En Italia fue la disposición IX del concilio de Trento la que borró su presencia: «tutti i libri e le scriture di Geomanzia, Idromanzia, Eeromanzia, Piromanzia, Onomanzia, Chiromanzia, Necromanzia; o quelli che contengono sortilegi, venefici, auspici, incantamenti di arte magica, sono respinti senza reserva».