ESTUDIAR EN UN PARAÍSO FLOTANTE
La Universidad Autónoma de Barcelona anuncia un viaje interesante y atrayente: "las mejores vacaciones del verano". Para ello, contaban con un excelente vapor correo, repleto de confort e incluso lujos, impensables para muchos de los universitarios que se enrolaban en el proyecto. Cabe recordar que, en ese momento, un crucero solo estaba al alcance de personas con muchas posibilidades económicas. Los viajeros se fotografiaban satisfechos en cubierta o dirigiéndose al comedor, en grupos o en pareja. El barco tenía de todo: cabinas, salones de fumadores, salas de música, piscina o amplias cubiertas para descansar. Al programa cultural, previsto para crear una "universidad flotante", se le sumaba la excelente cocina, las fiestas temáticas, los conciertos tanto de música clásica como de ritmos centroamericanos, los deportes en cubierta, la piscina y las hamacas para relajarse, los concursos, las proyecciones de cine...
Todas estas posibilidades se anunciaban con programas presentados con buen gusto y mejor diseño, prestando extrema atención a los aspectos estéticos, tipográficos y de estilo. Un buen gusto que se extendía a la vestimenta de los viajeros, que no dudaban en adaptar su ropa a cada ocasión: deporte o cenas de gala, visita a una ciudad o compras en un mercado. Esta cuestión no es secundaria: la elegancia espiritual y educativa se debía exteriorizar en unas formas exquisitas, respetuosas y adecuadas. Todo un programa vital, social y cultural.