Epónimos femeninos
Epónimos femeninos en relació a la salud:
- Muchas mujeres, diosas, magas... dan nombre a términos relacionados con la salud.
- Del nombre de la diosa de la salud Higia, deriva “higiene, higiénico”. Su culto fue sustituido por el de Asclepio.
- La palabra “paladión”, que aludía a la escultura que representaba la diosa Pallas Atenea, aseguraba la salud al ciudadano.
- El alias de la diosa Juno Februata “purificadora” alude a la función purificadora de la fiebre.
- Del nombre de la diosa Talasa, “el Mar”, deriva talasoterapia.
- La diosa Angerona curaba la amigdalitis y de ella deriva el nombre de la enfermedad que curaba: la angina.
- La diosa etrusca Manía da nombre a la enfermedad que curaba: la locura maníaca.
- Del nombre de la diosa Esterela, invocada por las mujeres que no podían tener hijos, deriva la enfermedad que curaba: la esterilidad.
- Del nombre de la diosa de la salud Meditrina (de mederi = curar) deriva “medicina” (= remedio que cura).
- El epíteto de la diosa Atenea Médica, presidenta de la Medicina, viene el nombre de las Sacerdotisas a su servicio: médicas, que evidencian su función.
Ginko Ogino
Nació en 1851 en la provincia de Musashi, antigua provincia japonesa, actual Kumagaya, en la prefectura de Saitama. Fue la primera mujer médica de la medicina occidental de Japón. Perteneció a una poderosa familia campesina y desde pequeña fue una ávida lectora.
Se casó a los dieciséis años, por un matrimonio concentrado. Pronto se divorció, después de contraer gonorrea de su marido. En aquella época, la enfermedad era incurable y el nuevo gobierno Meiji que se había instalado en Japón (1868-1912), recurría los conocimientos científicos del mundo occidental: en medicina, se abandonaron los remedios a base de hiervas, a favor de la medicina occidental. Ogino tuvo que acudir a médicos varones, en un hospital de Tokio y, sufrió tal vergüenza y humillación, que decidió ser médica para ayudar a otras mujeres en la misma situación.
Con perseverancia y determinación se matriculó en 1875 en la Escuela Normal Superior Femenina de Tokio (hoy en día, Universidad Femenina de Ochanomizú) y, se graduó con honores en 1879. Ingresó en la Escuela de Medicina de Juntendo, una institución privada, con solo estudiantes varones. A pesar de los prejuicios, insultos y discriminaciones que tuvo que soportar por parte de sus compañeros, se graduó en 1882.
Pero su batalla continuaba: una nueva disposición del Estado decretaba que, quien quisiera ejercer la medicina, debía presentarse a un examen de licenciatura del gobierno y solo los que aprobasen podrían ejercerla. Ogino fue la primera mujer en solicitar la autorización. Durante este tiempo, se mantenía dando clases particulares. En 1885 a los 34 años, Ogino se convirtió en la primera mujer titulada por el gobierno japonés. Abrió una clínica de ginecología y obstetricia en Yushima y, fue respetada y admirada por su coraje y determinación.
Elizabeth Blackwell (1831-1910)
Fue la primer mujer en doctorarse en medicina en Estados Unidos, y su hermana Emily, la primera cirujana.
En 1847, cuando contaba con 26 años de edad, tras ser rechazada por doce universidades, logró la insólita osadía de matricularse en la Escuela de medicina de la Universidad de Geneva, situada en el oeste del estado de Nueva York. La carrera que Elizabeth Blackwell comenzó ese día la llevó a la pobreza, al ridículo y al ostracismo social; pero también hizo de ella la pionera que abrió las puertas de las escuelas de medicina a las mujeres en muchas partes del mundo.
A pesar de la enorme hostilidad que encontraba en todos los ámbitos, Elizabeth perseveró en su propósito y en 1849 se graduó a la cabeza de su clase. Su aspiración era ser cirujana. Como ningún hospital norteamericano quiso admitirla de prácticas, se fue a París muy esperanzada pero sufrió un duro desengaño pues los médicos franceses no reconocieron su diploma. "Matricúlese en la Maternité y estudie obstetricia", le aconsejaron, lo cual hizo.
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Terminados sus estudios en Europa, Elizabeth regresó a Nueva York a ejercer su profesión. Pero ninguna casa de huéspedes respetable la quería recibir. «Si permito que aquí viva una mujer médica puede haber una revuelta que arrase mi casa y me deje en la calle", dijo la dueña de una pensión neoyorquina: Elizabeth tuvo al fin que comprar casa propia, con dinero prestado.
Un grupo de señoras cuáqueras fundaron un pequeño dispensario en uno de los barrios más pobres de Nueva York, poniendo al frente a Elizabeth, que pronto tuvo abundante clientela ya que aquella gente desemparada era demasiado pobre para permitirse el lujo de tener prejuicios. Sin embargo, cuando salía a visitar enfermos, los hombres la importunaban en la calle. "Muy duro es vivir haciendo frente al antagonismo social de toda clase, sin más propósito que un propósito elevado".
Su espíritu activo y emprendedor la condujo a fundar el primer hospital del mundo dirigido enteramente por médicas para servir a enfermos pobres que vivían apiñados en viviendas miserables, para los cuales no daban abasto los hospitales municipales. Tal institución ofrecería a las jóvenes que estudiaban medicina la oportunidad de recibir la instrucción práctica que otros hospitales les negaban. Durante seis años trabajó en la pobreza y el aislamiento profesional pero su situación comenzó a mejorar cuando un conocido periódico de Nueva York envió a uno de sus reporteros a entrevistarla y un prestigioso médico elogió su labor. Con 10.000 dólares, donados casi en su totalidad por el famoso predicador Henry Ward Beecher, Elizabeth abrió en mayo de 1857 las puertas de la enfermería de Nueva York para mujeres y niños, que todavía hoy sigue abierta.
Para difundir sus ideas sobre la prevención de las enfermedades, fundó la Sociedad Nacional de la Salud, a la cual puso por lema: "Es mejor prevenir que curar". Cuando dio una serie de conferencias a los obreros de Londres, su exposición fue tergiversada por ciertos patronos que no querían que sus trabajadores se sintieran descontentos de las condiciones en què vivían y la prensa la injurió con ataques calumniosos. Esto, naturalmente, no la amedrentó y tuvo la satisfacción de ver la enseñanza de la higiene establecida en todas las escuelas publicas de lnglaterra. Falleció en 1910, a los 89 años de edad, habiendo realizado su sueño de abrir la puerta de la profesión médica a las mujeres.
La feminización de la medicina
Las mujeres se han incorporado masivamente a los estudios de la medicina en todo el mundo. En España concretamente, esta es la titulación que recibe mayor demanda (3 aspirantes por plaza). Pese a que el númerus clausus en 1980 conllevó un descenso del 20% del alumnado, la profesión se ha mantenido por el creciente incremento de la presencia femenina que llegó a ser del 70% a principios del nuevo siglo. Actualmente, supera el 85%.
En nuestros días, la proporción de mujeres colegiadas en medicina representa un 43% del total, aunque en el grupo formado por las personas menores de 35 años, ellas doblan en número a los colegiados; lo que ofrece un panorama futuro diferente del actual, pese a que hasta hace dos décadas fuese un capo reservado para hombres.
Las médicas se dedican sobre todo al ámbito asistencial, siendo más del 70% de los profesionales de asistencia primaria y más del 40% del ámbito hospitalario catalán. Asimismo, la mayoría de los médicos trabaja en más de un centro, mientras que la mayoría de las médicas lo hacen exclusivamente en un solo lugar.
El porcentaje de mujeres en las gerencias de hospitales públicos ha mejorado con el paso de los años, pese a que esta responsabilidad continúa estando en manos de hombres: del 7% de las gerencias en 2001, se ha pasado al 18% en 2007. Actualmente, el porcentaje de mujeres que ocupan lugares de dirección y gestión se aproxima al 45%. La feminización de la profesión médica es un fenómeno creciente, por lo que es conveniente reflexionar sobre las consecuencias que esta conlleva.
Más de un estudio ha demostrado que las médicas, por su condición y rol sociocultural, tienden con natural facilidad a la compasión y la empatia, facilitando así la comprensión emocional del estado del paciente. Esto comporta una mejor relación médico-paciente, hecho que facilita al profesional respondre a las necesidades del mismo.
En conclusión, la feminización de la profesión médica infiere potenciales implicaciones positivas en el ejercicio de la medicina. Implicaría también una reordenación continua del sistema sanitario desde los recursos humans, que previsiblement deberá enfatizar la conciliación de la vida familiar y laboral para conjugar las expectativas personals con todo aquello que la labor sanitaria espera del médico; así como la implementación de medidas orientadas a la flexibilidad y no a la disminución del treball.
Evolución de las médicas y situación actual
Desde las primeras doctoras, la mujer ha protagonizado una gran revolución en el mundo de la medicina. Después de las dificultades de las pioneras por entrar en un mundo tradicionalmente masculino, el régimen franquista aniquiló todos los derechos conseguidos por las mujeres en el terreno de la educación, frenando el avance de las mujeres profesionalizadas.
El “boom” o la entrada masiva de mujeres en la profesión se inició en los años 70. Actualmente, el ejercicio de la medicina tiene cada vez más rostro femenino. El 54% de los médicos en España ya son mujeres, de acuerdo con un trabajo realizado por la Confederación Estatal de Médicos (Cesm).
El análisis augura que el futuro de esta profesión será mayoritariamente femenino: el 67% del conjunto de aspirantes universitarios a médicos son mujeres. Todo indica que la feminización puede llegar hasta el 80% en los próximos 10 años. Los últimos datos muestran que el fenómeno, consecuencia del desarrollo social, es más acusado en la profesión médica que en el resto. El continuo incremento de la feminización llama la atención sobre todo en atención primaria, medicina familiar y pediatría y, en especialidades hospitalarias como la bioquímica, la rehabilitación, la geriatría y la oncología. Por el contrario, el aumento es menor en todo tipo de cirugías y urología. No obstante, según los datos de la Sociedad Española de Cirugía, el 54,8% de los médicos internos residentes (MIR), que se forman en esta especialidad, ya son mujeres. En general, las especialidades escogidas por las mujeres están dirigidas a poder ser compaginadas con la vida familiar.
Sin embargo, las mujeres solo ostentan la tercera parte de lugares de trabajo con responsabilidad en el campo sanitario, les lleva prácticamente el doble de tiempo llegar a este estatus, al margen de que tengan hijos o no. Actualmente, las mujeres quedan relegadas a lugares de ayudantes o substitutas. Además, se encuentran con muchas dificultades para compaginar la vida laboral y familiar. Es como si tuviesen dos profesiones a jornada completa: doctoras y amas de casa. Esta situación origina una presión psicológica llamada “Fach” (frustración, ansiedad, confusión y hostilidad).