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4. En la estela de Il libro delle sorti: el Libro de suertes y la Inquisición

El Libro de suertes y la Inquisición
 

A pesar de la prohibición inquisitorial, en España no solo se traduce el libro de Lorenzo Spirito, sino que se imita; pero las imitaciones ya no pueden imprimirse.
 

Se conservan dos versiones manuscritas del Libro de las suertes: la del manuscrito 8245 de la Biblioteca Nacional de España y el Libro de suertes del manuscrito 3857, códice facticio sevillano de la Biblioteca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid. Son dos versiones –la del Libro de suertes más reducida– del mismo juego, que preside la diosa Diana, rodeada de ninfas, árboles y flores en una atmósfera pastoril, que se puso muy de moda en la segunda mitad del siglo XVI, que es cuando debieron de componerse.  Se mantienen la estructura y el funcionamiento del original, pero se cambian las preguntas, los nombres de los pasos, y desaparecen las tiradas de dados.
 

El Libro de suertes del ms. 3857 del CSIC es una versión más breve de la obra: 14 preguntas llevan a 14 palacios, con 12 posibilidades cada uno, que conducen a 14 «Dianas», también con 12 opciones formuladas en provincias y ninfas; las siete provincias forman el paso siguiente con 24 ninfas cada una y envían a 7 oráculos con 24 respuestas; en total se obtienen 168 respuestas.
 

El Libro de las suertes del ms. 8245 de la BNE nos ofrece un total de 528 respuestas a 22 preguntas con la misma estructura de pasos intermedios: las 22 preguntas remiten a 22 signos con 24 posibilidades de Dianas cada uno de ellos. El paso siguiente está formado por «Diana entre los…» con 11 opciones de árboles o flores distintos (cedros, laureles, alhelíes, etc. ), y cada una de las «Dianas» tiene 48 posibilidades formadas con ciudades y ninfas. Se sigue con el paso de las once ciudades, cada una de las cuales tiene 48 ninfas que conducen a 11 oráculos con 48 respuestas.
 

Pudo ser el autor de la primera versión el poeta sevillano Baltasar del Alcázar, porque el pintor Francisco Pacheco en su Libro de descripción de verdaderos retratos, al hablar de él dice: «Hízome gracia, con afecto de amigo, del Libro de las suertes, obra ingeniosa de su mocedad, en que tenía debujados los Árboles, Casas y Figuras, y escritas la mitad de las respuestas, y por sus borradores lo acabé de poner en perfección, afirmando que de su género no hay cosa igual en España» (Pacheco, 1985: 262). Es, por tanto, muy verosímil que fueran Baltasar del Alcázar y Francisco Pacheco los autores de estas dos versiones del juego, en donde se ven «árboles, casas y figuras». No es posible confirmar la hipótesis, pero no hay más testimonios de otros libros de suertes ni más menciones de posibles autorías.
 

El Libro de las suertes será nuestro juego, el elegido para ver qué nos dice el oráculo como respuesta a esas preguntas –22– que nos ofrece como posibilidades:
 

  1. ¿Si lo que una persona más desea se hará o no? Ve al signo de Libra.
     
  2. ¿Si alguna dama se casará o no? Ve al signo de Géminis.
     
  3. ¿Si algún galán se casará o no? Ve al signo de Escorpio.
     
  4. ¿Si la casada es querida o no de su marido? Ve al signo de Piscis.
     
  5. ¿Si el casado es querido o no de su mujer? Ve al signo de Tauro… etc.
     

 

[Libro de las suertes, edición de Rosa Navarro Durán, Madrid, CSIC, 1986.

Francisco Pacheco, Libro de descripción de verdaderos retratos, edición de R. Reyes Cano y P. M. Piñero, Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, 1985.]

El Mofarandel de los oráculos de Apolo
 

A través del manuscrito de un proceso inquisitorial que se siguió en México, en junio de 1583 contra Pedro Suárez de Mayorga «por supersticioso», podemos probar que el Libro de las suertes llegó también a América.
 

Margarita Peña editó en 1986 El Mofarandel de los oráculos de Apolo del Maestro Quoquim, manuscrito del Archivo General intercalado entre los papeles del proceso, de caligrafía distinta, sin aparente relación con él, «consta de veintiocho folios, recto y verso, sin numerar y sobre los que una mano posterior pergeñó un intento de foliación». La investigadora señala su «singular valor por ser el primero en su género de que se tiene noticia en México»;  la hipótesis que considerable «más aceptable» sobre su origen es que
 

… el manuscrito del Mofarandel, lectura de esparcimiento de Suárez de Mayorga, figurara entre los papeles que le fueron incautados al ser detenido por los oficiales de la Inquisición, puesto que aparece encuadernado entre los folios del tratado de quiromancia, con el que lo unía una obvia línea de pensamiento esotérico. Y es posible que haya servido, igualmente, como documento de cargo contra el infortunado quiromántico, sevillano de nacimiento y tepeaquense por circunstancia.
 

Margarita Peña define al Mofarandel, a partir de su nombre, como «el burlón entre todos los oráculos de Apolo: el oráculo en broma»; y, en efecto, el tono de burla aparece desde su comienzo: «El Mofarandel de los oráculos de Apolo, hecho por Quoquim, catedrático de la insigne Universidad de Cocaña, dirigido a la ilustre señora doña Catalina de Haro. Nadie crea, aunque en mí más clara vea, la suerte que desea». Y describe así su supuesto autor el juego en su «argumento de declaración»:
 

Pero para que entendamos el modo de buscar la suerte que se desea, es de saber que en cada signo hay doce números, desde uno hasta doce; cada uno de estos doce números señala una de sus arboledas donde Diana reside, que son el Alameda, los Mirtos, las Palmas, los Cipreses, los Lauros, los Cedros; y desde cualquiera de estas arboledas se va a una de las seis provincias […] a buscar en cada una de ellas una de las 24 ninfas que en cada una de ellas reside. Y hallada la ninfa se va a uno de los seis montes: Grineo, Olimpo, Parnaso, Circeo, Cinto y Mileto, a buscar lo que el oráculo de Apolo responde en una de 24 respuestas que cada monte de estos tiene, y para mayor inteligencia y facilidad, es de saber que se ha de tomar por suerte en el signo que cada uno quisiere el número de uno hasta doce que más presto le viniere a la memoria, o con un dado, o dos, el punto o punto que echare.

Este Libro de suertes tiene muchas coincidencias con el del manuscrito del CSIC; es como si Suárez de Mayorga, sevillano, hubiera tenido delante el texto supuestamente de Baltasar del Alcázar y lo hubiera completado a su vez. Basta ver cómo coinciden algunas respuestas, por ejemplo, la 2 del oráculo de Olimpo del Mofarandel dice: «Estopas eran menester no pocas / para tapar de tantos tantas bocas», y coincide con la 23 del oráculo de Delfos del Libro de suertes (y con la 24 del oráculo de Cinto del Libro de las suertes): «Estopas eran menester no pocas / si hubiésemos de andar a tapar bocas».

A estos libros los inquisidores les taparon las bocas, pero no pudieron impedir que un Libro de suertes llegara a México, aunque allí también se topó con la barrera: quedó guardado, en 1583, entre los papeles de un proceso inquisitorial.


 

 

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